SÁBADO 20
DE ABRIL



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¿Qué es la amistad? ¿Qué es el afecto? ¿Qué es el amor?

Por Antonio Las Heras.


La amistad es una de las manifestaciones posibles del afecto. El afecto es la trama constituida por emociones y sentimientos sinceros, racionalmente inexplicables, que son reales siempre y cuando se hayan mantenido después de atravesar difíciles vicisitudes. El amor, es la manifestación máxima del afecto. Se trata de un sentimiento de eternidad tal, que hay quienes sostienen que la palabra “amor” es el resultado de unir el prefijo griego “a” – que significa “no” – con una reducción de la palabra “muerte”. Entendiéndose así que ese sentimiento especial que es el amor constituido por indescriptibles y perennes emociones tiene un momento de nacimiento, pero no de muerte.
Un antiguo relato anónimo, procedente del Oriente Medio, expresa de manera acabada no sólo esta entrañable y singular fortaleza del amor, sino también cómo su presencia conduce inevitablemente a situaciones sanas y armoniosas.
“Un hombre, su caballo y su perro, caminaban por una calle. Después de mucho caminar, el hombre se dio cuenta que los tres habían muerto, en un accidente. Hay veces que lleva un tiempo para que los muertos se den cuenta de su nueva condición. La caminata era muy larga, cuesta arriba, el Sol era intenso y los tres estaban empapados en sudor y con mucha sed. Precisaban desesperadamente agua. En una curva del camino, avistaron un portón magnífico, todo de mármol, que conducía a una plaza calzada con bloques de oro, en el centro de la cual había una fuente de donde brotaba agua cristalina. El caminante se dirigió al hombre que desde una garita cuidaba de la entrada, tras los saludos tuvo lugar este diálogo:
- ¡Qué lugar tan lindo es éste! ¿Podría indicarme dónde es que estamos? - inquirió el caminante
- Esto es el cielo y lo que usted está viendo es la entrada al Paraíso - fue la respuesta
- Qué bueno que nos haya sido posible llegar al cielo, porque ocurre que estamos con mucha sed.
- Puede usted entrar a beber agua a voluntad - dijo el guardián, indicándole con un gesto la fuente cercana.
- Mi caballo y mi perro también están con sed.
- Lo lamento mucho. No podrá ser. Aquí no permitimos la entrada de animales – expresó con acongojada apariencia el guardia.
El hombre se sintió muy decepcionado porque su sed era grande. Pero estaba seguro que él no bebería si a sus animales les estaba vedado hacerlo. De manera tal que decidió perderse la entrada al Paraíso y proseguir su camino antes que dejar sedientos al caballo y al perro que lo acompañaban.
Después de mucho caminar cuesta arriba, con la sed y el cansancio multiplicados, llegaron a un sitio, cuya entrada estaba marcada por un portón viejo, apenas entre abierto.
El portón daba a un camino de tierra, con árboles de ambos lados que le hacían sombra. A la sombra de uno de los árboles, una persona estaba recostada con la cabeza cubierta por un sombrero, parecía que dormía. Tras los saludos, el hombre expresó su necesidad de agua, recibiendo como respuesta:
- Hay una fuente, muy cerca, en aquellas piedras. Pueden beber de ella a voluntad.
El hombre, el caballo y el perro fueron hasta la fuente y saciaron su sed. Tras agradecer y recibir de aquella persona semidormida la invitación a regresar cuando quisieran, el hombre se interesó por saber cuál era el nombre del lugar.
- Esto es el Cielo.
- ¿Cielo? ¡Mas si el guardia de al lado del portón de mármol me dijo que allá era el Cielo!
- Aquello no es el Cielo. Es el Infierno.
El caminante quedó perplejo.
- Mas entonces – dijo el caminante – esa información falsa debe causar grandes confusiones.
- De ninguna manera. En verdad ellos nos hacen un gran favor. Porque allá quedan aquellos que son capaces de abandonar a sus mejores amigos, a sus afectos, a quienes aman. Los abandonan con tal de tener un beneficio egoísta, mezquino y miserable; dejando a un lado a quienes les brindaron afecto tanto tiempo. ¡Esos son los verdaderos habitantes del Infierno! ¡Corresponde que queden allí!






Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, filósofo y escritor. www.antoniolasheras.com




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