VIERNES 26
DE ABRIL



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Columna semanal del P. Maxi Turri, hoy "Ruido"


Sonido inarticulado, por lo general desagradable; así define el diccionario a la palabra ruido. Así padecemos cada día una situación que nos envuelve, que nos rodea. Pareciera que el silencio o la tranquilidad es una cuestión para privilegiados. Vivimos en un mundo donde parece que mientras más ruido se hace, más uno es reconocido por el entorno. Caños de escape de motos, autos con parlantes al extremo de potencia, equipos de audio cada vez más grandes. Todo para lograr hacer sonidos inarticulados por lo general desagradables, o sea, hacer ruido.
A eso le sumamos nuestro tono de voz, donde cada vez necesitamos gritar más para poder escucharnos, como es obvio ante tantos sonidos inarticulados por lo general desagradables. Nuestros diálogos, de lograrlos, se realizan en un tono de voz por encima de lo normal. Terminamos a los gritos con tal de podernos hacer entender.
Necesitamos recuperar el ambiente que nos devuelva el silencio, poder recuperar un entorno en calma. La tranquilidad se logra si podemos encontrar un momento para el silencio, para poder escucharnos, para poder vivir sin sonidos inarticulados por lo general desagradables.
El silencio, la tranquilidad, la calma son “condimentos” necesarios para poder encontrar la tan ansiada búsqueda de la paz, que todos necesitamos. Paz que los cristianos descubrimos nos viene de Dios, pero que es urgente le demos espacio en la vida cotidiana. “Les dejo la paz, les doy mi paz” (Jn 14,27) El regalo de la paz nos viene dado por Jesucristo, el Príncipe de la paz. Pero para poder recibirla, encontrarla, necesitamos generar espacios, momentos, lugares donde podamos convivir sin los sonidos inarticulados por lo general desagradables.
Esa paz y serenidad son las que más nos cuesta alcanzar. La paz y serenidad interior no se logran solamente por el silencio exterior. Es cierto que buscamos medios externos para estar en equilibrio o serenidad interior, pero muchas veces no son suficientes. Equilibrar entre lo exterior y lo interior es alcanzar la sabiduría de saber vivir. De nada sirve lo de afuera si no está sostenido por el ámbito interior.
Aun así, todos podemos colaborar. Cada uno desde su lado, así como apagamos las luces para ahorrar energía, bajemos un poco el volumen. Pongamos silenciador a las motos, gastemos menos plata en autos con super-parlantes. Hablemos más bajo. Muchos abuelos y enfermos en sus hogares, nos lo van a agradecer.
¡Hasta la próxima!




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