MIÉRCOLES 8
DE MAYO



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"Jericó: ¿La ciudad destruida con una ceremonia sagrada dirigida Jehovah?" por Antonio Las Heras


Jericó es, de acuerdo a los conocimientos históricos actuales, una de las ciudades más antiguas del mundo. Quienes recuerdan su nombre de inmediato lo asocian con el hecho relatado en el Antiguo Testamento de las cornetas y la caída del muro que protegía a esta población fortificada. Empero, lo que pocos – o casi ninguno – han reparado es que la cita bíblica indica que, entre los grupos de cornetas había quienes llevaban uno de los objetos bíblicos más extraños que se tenga noticia: el Arca de la Alianza.
Lo que aquí nos proponemos demostrar es que la caída de los muros de Jericó así como el apoderamiento de la misma por parte de Josué no fue resultado de una estrategia militar sino la realización – justa y perfecta – de una ceremonia sagrada ordenada y dirigida por el mismo Jehovah. Enseñando con esto que, cuando se actúa siguiendo, paso a paso, los rituales indicados que conforman un conjunto ceremonial es posible derrotar al oponente sin utilizar ni una lanza ni una flecha.
Jericó (del hebreo, yereho, yeriho, gr. Iericho) puede traducirse como “Ciudad de la Luna” lo que nos remite a otro tema controversial como lo es el hecho de que la primera ciudad que conquistaran los judíos tras 40 años en el desierto haya sido el lugar dedicado a un símbolo femenino como lo es en toda la simbología nuestro satélite natural. Los investigadores pudieron determinar que, en efecto, los habitantes de Jericó adoraban a la Luna, en la que encarnaban a la diosa "Ieraj"; nombre éste que suena demasiado parecido a “Aserá” originaria divinidad femenina anterior al monoteísmo judío.
También conocida como ciudad de las palmeras (Dt 34:3) (Jue 3:13) se ubica a 8 Km. al oeste del río Jordán y a 12 Km. al norte del Mar Muerto. Está 258 metros por debajo del nivel del mar, en un oasis en Wadi Qelt en el Valle del Jordán.
Lo de “ciudad de las palmeras” está relacionado al clima tropical imperante que, para el verano, se torna excesivo. No hay que confundir el sitio arqueológico al que nos estamos refiriendo de la Jericó moderna, (en árabe «Er-Riha») que se halla a poco menos de dos kilómetros de distancia. Desde 1994 la región se encuentra bajo la administración de la Autoridad Palestina.
Habría sido hacia 1.403 a. J. cuando Josué (sucesor de Moisés) consiguió derrumbar aquellos muros en extremo fortificados y conquistar la ciudad. Para entonces el lugar ya tenía milenios puesto que los arqueológicos determinaron que esta población cananea fue edificada, por vez primera, hace más de diez mil años. Siendo los cananeos sus constructores.
Es interesante que tener en cuenta cómo explica el Antiguo Testamento los hechos ocurridos según Josué 6:1 -16.
“1 Jericó estaba cerrada y atrancada por causa de los hijos de Israel. Nadie entraba ni salía.
2 Pero Jehovah dijo a Josué: – Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó, a su rey y a sus hombres de guerra.
3 Asediaréis la ciudad vosotros, todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez. Esto haréis durante seis días.
4 Siete sacerdotes llevarán siete cornetas de cuernos de carnero delante del arca. Al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las cornetas.
5 Y sucederá que cuando hagan sonar prolongadamente el cuerno de carnero, cuando oigáis el sonido de la corneta, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad se derrumbará. Entonces el pueblo subirá, cada uno hacia adelante.
6 Josué hijo de Nun llamó a los sacerdotes y les dijo: – Llevad el arca del pacto, y que siete sacerdotes lleven siete cornetas de cuernos de carnero delante del arca de Jehovah.
7 –Dijo, además, al pueblo: – Pasad y rodead la ciudad. Los que están armados pasen delante del arca de Jehovah.
8 Sucedió, después que Josué había hablado al pueblo, que los siete sacerdotes, llevando las siete cornetas de cuernos de carnero delante del arca de Jehovah, pasaron y tocaron las cornetas. El arca del pacto de Jehovah los seguía.
9 La vanguardia iba delante de los sacerdotes que tocaban las cornetas, y la retaguardia iba detrás del arca, tocando prolongadamente las cornetas.
10 Pero Josué mandó al pueblo diciendo: – Vosotros no gritaréis, ni se oirá vuestra voz, ni saldrá palabra de vuestra boca hasta el día que yo diga: “¡Gritad!” Entonces gritaréis.
11 Así él hizo que el arca de Jehovah diera una vuelta alrededor de la ciudad; y regresaron al campamento, donde pasaron la noche.
12 Josué se levantó muy de mañana, y los sacerdotes tomaron el arca de Jehovah.
13 Los siete sacerdotes que llevaban las siete cornetas de cuernos de carnero caminaron delante del arca de Jehovah tocando las cornetas prolongadamente, mientras caminaban, y la vanguardia iba delante de ellos. La retaguardia iba detrás del arca de Jehovah, mientras tocaban las cornetas prolongadamente.
14 Así dieron una vuelta a la ciudad el segundo día y regresaron al campamento. De esta manera hicieron durante seis días.
15 Aconteció que el séptimo día se levantaron al amanecer y fueron alrededor de la ciudad de la misma manera, siete veces. Solamente ese día dieron vuelta a la ciudad siete veces.
16 Y sucedió que a la séptima vez, cuando los sacerdotes habían tocado las cornetas, Josué dijo al pueblo: – ¡Gritad, porque Jehovah os entrega la ciudad!”
Hay varias cosas que tomar nota aquí. En primer término – como hemos dicho ya – destacar la presencia en la ceremonia de cada día del Arca de la Alianza. Seguido, corresponde decir que lo realizado fue, en todo momento, una ceremonia esotérica – por lo demás sagrada y realizada, como se verá, en suelo sagrado – puesto que quienes la llevan a cabo son sólo los sacerdotes. La gente armada ha sido dispuesta a manera de custodios por cualquier agresión que quienes llevan el Arca o los que hacen sonar los cuernos – todos sacerdotes – pudieran sufrir.
En cuanto al Arca, ninguno podía tocarla. Inclusive los Levitas, que eran los encargados de cuidarla y transportarla, tampoco tenían contacto directo con ella sino a través de unas varas de acacia que introducían en las argollas que, a esos efectos, tenía el objeto sagrado.
Merece especial atención, asimismo, el del tipo de instrumento musical a utilizar durante el proceso ceremonial requerido por las directivas divinas. Se trata de “siete cornetas de cuernos de carnero” específicamente. No son “trompetas” como suele señalarse en algunos comentarios e, inclusive, aparecen en la imaginería que recuerda aquel hecho. Una corneta hecha de cuernos de carnero es la descripción exacta de un elemento musical ritual judío que se conoce como shofar (en hebreo, שופר‎). Está fabricado con el cuerno de un animal puro, limpio (kosher) que se usa durante la lectura de textos sagrados tales como la Torá y el Tanaj. Hace más de 3.000 años que los judíos lo utilizan siempre como instrumento litúrgico. Todo lo cual no hace más que confirmar nuestra tesis de que estamos ante una obra sacra.
Esto igualmente se encuentra al analizar la numerología descripta. Hay dos números indicados: el 6 y el 7; ambos relevantes tanto desde lo sagrado como desde lo simbólico. (Tengamos en cuenta que al día séptimo la ceremonia consistió en dar siete rodeos a Jericó. Esto es 7 y 7 que lleva a la cifra 77. A modo de ejemplificación sobre esta simbología encontramos en Génesis 4:24 (Biblia de Jerusalén): "Caín será vengado siete veces, más Lámec lo será setenta y siete.")
De manera que nos resulta necesario subrayar que lo que, por lo habitual, ha sido tomado como una estrategia militar para derrotar al enemigo atrincherado dentro de los muros de Jericó, en verdad es un trabajo ritual realizado por personas dedicadas a lo sagrado (los sacerdotes) merced al cual consiguen apoderarse de una ciudad fortificada. A más abundar, es preciso el relato bíblico en el sentido de que quien indicó como lograr la rendición de la ciudad fue el mismo Jehová. Claro que Jehová es, además, el Dios de los Ejércitos.
Reseñado lo precedente, entendemos clave traer aquí lo indicado en Josué 5:13-15 que nos prepara para comprender que lo que habrá de acontecer no es un hecho militar ni humano sino algo de naturaleza sagrada.
“13 Sucedió que estando Josué cerca de Jericó, alzó los ojos y miró; y he aquí que un hombre estaba delante de él, con su espada desenvainada en su mano. Josué, yendo hacia él, le preguntó: – ¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos?
14 Él le respondió: – No. Yo soy el Jefe del Ejército de Jehovah, que he venido ahora. Entonces Josué, postrándose en tierra sobre su rostro, le adoró y le preguntó: – ¿Qué dice mi Señor a su siervo?
15 El Jefe del Ejército de Jehovah respondió a Josué: – Quita las sandalias de tus pies, porque el lugar donde tú estás santo es. Y Josué lo hizo así.”
Obsérvese la aparición de un misterioso personaje que se presenta como “el Jefe del Ejército de Jehová”, (en algunas otras traducciones bíblicas se lo denomina “Príncipe del Ejército de Jehová”) al que Josué al instante se postra poniéndose a sus órdenes, quien ha de manifestarle que está pisando un lugar santo por lo que debe descalzarse. A partir de allí es sencillo comprender que todo cuánto habrá de acontecer lo será en tales términos.
La toma de Jericó pasa a ser, entonces, un procedimiento ritual indicado por Jehová y supervisado con la presencia de ese desconocido que, para presentarse, utiliza su cargo pero no un nombre. El hecho de que tuviera la espada desenvainada remite a la posesión de una energía original, propia de quien tiene un auténtico resplandor. De allí que Josué reconociera de inmediato en ese hombre una condición extraordinaria; hasta podemos decir: no humana. Son muchos, inclusive, los teólogos que al analizarse estos párrafos no vacilan en coincidir que Josué reconoció – de inmediato – el carácter sobrenatural del inesperado personaje. No lo asimilan, en modo alguno, con un ángel sino con el mismo Jehová. Ratificando nuestra tesis de que la caída de los muros de Jericó y la consiguiente captura de la ciudad fue realizada siguiendo un ritual divino guiado por la deidad misma convertida en figura antropomorfa.

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, filósofo y escritor. e mail: alasheras@hotmail.com



























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